Todo parecía ir bien a mis 31 años, emprendiendo y estudiando, pero me encontré atrapada en un enemigo silencioso: el desorden. No solo visual, sino emocional. Empecé a notar cómo ese caos me robaba el foco, la energía y las ganas. Empecé a postergar, a sentirme lenta, a perder horas valiosas sin saber por qué.
Así, entre lecturas, youtube y reflexiones que me atraviesan hace un tiempo, conocí el minimalismo y descubrí lo importante que es:
-
Visual limpio, mente clara: Hay estudios que demuestran que el desorden afecta nuestra capacidad de concentración. Pero no necesitaba estudios cuando lo viví en carne propia.
-
Energía drenada: Cada objeto fuera de lugar me “hablaba y gritaba poneme donde corresponde”. Un pendiente no resuelto. Un recordatorio de lo que no estaba haciendo.
-
Procrastinación disfrazada: ¿Te pasó alguna vez mirar una pila de ropa sin doblar y decir “ahora no”? A mí también. Y esa energía se traslada al resto de tus proyectos.
Empecé a priorizar mi paz sobre cualquier otra cosa y con ello nacio este negocio que como a mi, ayuda a miles de hogares a encontrar armonía en el lugar donde más en paz merecemos encontrar: Nuestra casa. - Decidí empezar con una regla: Designar a mis pertenencias un lugar, cada cosa en su espacio. Lo que parecía pequeño, fue cambiando todo. Te invito a que lo pruebes. No por ordenarte a vos, sino por lo que ese pequeño gesto puede liberar en tu vida. Si te animas a experimentarlo también CONTAME CÓMO TE FUE y en qué producto de nuestro negocio reflejas la tranquilidad de tus espacios.